Y ahora aterricemos. No es la primera vez que utilizamos el símil de la teoría del yin y el yang (dos fuerzas opuestas y complementarias que conforman una unidad) para crear un atuendo perfectamente equilibrado.
A la hora de combinar, es un truco muy fácil que nos ayudará a visualizar si las prendas escogidas están en o no en armonía. Os garantizamos que es muy útil, sobre todo si sufrís de “noséquéponermehoy”.
Podemos enfocarlo como una meditación:
Las prendas yin son las que representan cualidades de feminidad, calma y templanza, transfieren tranquilidad y sosiego. Estas características se las atribuimos a los estilismos más formales, compuestos por piezas como los vestidos con aires relajados, jerséis de corte clásico, calzado muy femenino...
Las prendas yang, por el contrario, representan acción, expansión, calor, son las cualidades más extravagantes. Por ejemplo, pantalones vaqueros con efectos desgastados o con diseños más arriesgados, calzado deportivo tipo chunky, tejidos novedosos como neoprenos, estampados llamativos.
El balance de estos dos tipos de prendas conformará atuendos superponibles, atemporales, versátiles, con un enfoque effortless (podéis refrescar la memoria en nuestra entrada anterior donde os hablamos de la esencia de este estilo que refleja la cara B de la vida).
Nos vestimos como nos sentimos y así, con esta teoría maravillosa del yin y el yang, reivindicamos una nueva perspectiva de vida más focalizada en el bienestar, en el placer de “lo sencillo y lo pequeño” para huir de lo rebuscado.
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